jueves, 11 de diciembre de 2008

"Mi confrontación con la docencia "

Cuando era niña decidí ser como la maestra que tuve durante dos años, ya en la adolescencia, en esa búsqueda de mi identidad personal experimenté fugazmente ser dentista o cantadora; ya llegado el momento, presente examen de admisión en la Escuela Normal Urbana Federal (ENUF); desgraciadamente no me quedé, y en ese ciclo escolar, aproveche para darme la oportunidad de experimentar en el campo de la contabilidad; sí me gusto, pero no lo suficiente como para renunciar a mi inquietud de ser maestra, por segunda vez intente mi ingreso a la Normal y por fin lo logré, y las experiencias que viví en esa formación me confirmaron mi vocación.
Al iniciar a laborar me tocó en una comunidad ‘muy lejana’ para quien nunca en su vida se había separado de su familia, pero eso no me importó, sabía que por fin era el momento de realizarme plenamente como años atrás lo había pensado, -ser profesora en el lugar que fuera-, nunca pensé en serlo sólo si era en el medio urbano –como muchos otros-. Como lo mencionaba en la actividad de mi percepción, me enfrenté con una serie de situaciones que dejaban entrever mi inexperiencia y mi necesidad de continuar mi formación, pero ahora desde mi práctica, me di cuenta de la gran responsabilidad de todo lo que ello implicaba, entonces me cercioré de que eso no era fácil, que requería continuar con mi formación a través de cursos de actualización y además por que la actividad de ser maestro “exige que su preparación, su capacitación y su graduación se transformen en procesos permanentes. Su experiencia docente, si es bien percibida y bien vivida, va dejando claro que requiere una capacitación permanente del educador. Capacitación que se basa en el análisis crítico de su práctica” (FREIRE, 1994: 29), fue por ello que decidí continuar mis estudios en la UPN Morelia, en la Licenciatura en Educación Básica, y posteriormente estudié en el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED) la Maestría en Sociología de la Educación. Con esta formación permanente, pude tener bajo la lupa mi práctica educativa de la que pude valorar que los procesos de comunicación y de interacción que había sostenido con mis alumnos adolescentes habían sido muy rígidos, que era necesario de hacer las cosas de manera diferente. Lo que me interesaba en esos momentos era cumplir con los contenidos del programa, principalmente los que se refirieran a los conceptuales, realizar al pie de la letra los ejercicios de los libros de texto sin proponer nada nuevo, al igual que Freire, “pensaba en una forma de trabajo en que en una misma mañana se hablase de algunos conceptos-clave ― codificación y decodificación, por ejemplo ― como si estuviésemos en un momento de pre-sensaciones, sin pensar ni por un instante que la presentación de ciertos conceptos fuese suficiente para dominar la comprensión de los mismos” (FREIRE, 1994: 34), sin embargo, fui aprendiendo que se requería tomar en cuenta otras esferas del alumno.
Con mi desempeño me he dado cuenta que ser profesor implicaba entrega, creatividad, entusiasmo, innovación, fuertes fundamentos teóricos, compromiso, dedicación, sistematicidad dentro del proceso de enseñanza aprendizaje. El ser profesor, -como en cualquier profesión- implica una serie de competencias que deben desarrollarse con una serie de actividades que tengan qué ver con la capacitación y preparación permanente porque “el hecho de que enseñar enseña al educador a enseñar un cierto contenido, no debe significar en modo alguno que el educador se aventure a enseñar sin la competencia necesaria para hacerla. Esto no lo autoriza a enseñar lo que no sabe.” (FREIRE, 1994: 29)
Gracias esta formación y al desempeño de mis 23 años de servicio he logrado comprender que del docente se requiere de cumplir con responsabilidades pero no por obligación, sino por convicción, por que con los valores éticos no sólo se puede ser docente sino que ese puede llegar al deber ser del docente basándome en el análisis crítico de mi práctica
Con el paso del tiempo, se me ofreció la oportunidad de trabajar como Asesor Técnico Pedagógico, al principio lo pensé mucho para decidirme a dejar el grupo porque ya no sería docente de alumnos pequeños, pero al verme con la posibilidad de moverme en el campo de la capacitación, actualización y acompañamiento de compañeros docentes, creí que seguiría siendo asesora pero ahora de mis compañeros, posteriormente, inicié como asesora de la UPN y creo que ha sido satisfactorio esta experiencia, aunque al trabajar con adultos he tenido qué experimentar nuevos retos, requería saber ¿cuáles son las etapas de desarrollo en las que se encuentran? ¿cuáles son las características psicológicas, emocionales? ¿cómo es que aprende el adulto? ¿cómo se hace para motivarlos? ¿cuáles son las estrategias y los materiales mas apropiadas para su proceso de aprendizaje? En realidad, al formarme en el campo de la docencia, mis estudios se dirigieron al nivel de primaria, se me proporcionaron los elementos didácticos, psicológicos y metodológicos para ejercer nuestra profesión con niños de educación primaria, de alguna manera, son procesos diferentes en el nivel de educación medio superior y superior, de acuerdo a mi perfil veo que existe una confrontación entre lo que estudie y lo que estoy realizando en el campo laboral; -por ejemplo- en mi formación inicial no tuve elementos indispensables para dirigir el proceso de enseñanza aprendizaje con jóvenes y adultos y poder desempeñarme dentro de la enseñanza del nivel medio superior, sin embargo, con la formación permanente he logrado implementar actividades propicias para trabajar en este nivel educativo.
Todo esto me ha dejado satisfacciones, durante 23 años que me he dedicado a la docencia, 15 años los he trabajado con personas adultas, 8 de ellos han sido en el nivel de Educación Superior, al principio, por la falta de experiencia, me limitaba a trabajar con los contenidos del programa, al paso de los años procuré aplicar una serie de actividades que promovieran mayor actividad, participación y producción de los alumnos. Las actividades que suelo realizar con mis alumnos se basa en la elaboración de una planeación general del programa del curso, incluyendo, competencias, unidades y experiencias de aprendizaje, materiales bibliográficos, en cada curso intento insertar un video o una película relacionada con los contenidos, también considero los productos que se pretenden obtener; ya en el desarrollo de cada una de las clases voy adicionando actividades que los alumnos desarrollan de manera individual, en equipo y grupal, -por lo general- se realiza una revisión diaria de cada una de las actividades; en ocasiones –dependiendo del tema a desarrollar- promuevo el trabajo en equipo quienes realizan la investigación de los contenidos, ya sea en una antología o en otras fuentes de investigación, cada equipo realiza las exposiciones y el resto del grupo elaboran pautas de análisis para la revisión teórica. La razón de ser de cada una de estas actividades –y por la presión institucional- está dirigido a cumplir con los programas, con estas actividades lo que quiero es revisar cada uno de los contenidos que cada curso exige.
Así como hay logros que nos dejan satisfacciones, también existen tropiezos que nos genera ciertas insatisfacciones, creo que de repente, me he estancado, me da la impresión que mis clases las estoy desarrollando de manera mecánica por la poca variedad de actividades al interior del grupo, llega el momento en que quisiera innovar mi práctica, implementar acciones en las que los alumnos se apropien de sus conocimientos, que pueda yo, en coordinación con mis compañeros docentes, trabajar de manera conjunta. Ello resulta porque como en todos los niveles y en todos los grupos, nos encontramos con alumnos destacados, dedicados, que van al corriente con las actividades, hay otros que son pasivos, desarrollan las actividades de una manera muy superficial y hay otros que aparte de estas últimas características, también son relajos, llegan tarde, sacan comentarios que dispersan la atención del tema, éstos, en ocasiones, -le hagas como le hagas- no se integran al trabajo, lo importante con ellos es observar y distinguir cuáles son las estrategias de estudios que ellos aplican para aprovecharlas y así respetar sus propios procesos.
Eso no ha sido fácil pero sí ha sido una fuente de lecciones que con el tiempo he ido aprendiendo para mi desarrollo personal y profesional, pero me doy cuenta que queda mucho por hacer, la formación de maestro nunca termina, creo que necesito principalmente fortalecer mi formación en el aspecto procedimental, precisamente porque se requiere promover en los grupos espacios mas abiertos y aplicados a su hacer, porque como dice Paulo Freire “…enseñar no puede ser un simple proceso, como he dicho tantas veces, de transferencia de conocimientos del educador al aprendiz. Transferencia mecánica de la que resulta la memorización mecánica que ya he criticado. Al estudio crítico corresponde una enseñanza igualmente crítica que necesariamente requiere una forma crítica de comprender y de realizar la lectura de la palabra y la lectura del mundo, la lectura del texto y la lectura del contexto.” (FREIRE, 1994: 36)
FREIRE, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. Siglo XXI, México, 1994

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